jueves, 26 de enero de 2012

Ardiente Paciencia - Antonio Skármeta / Pingüino - Pablo Neruda

"Ardiente Paciencia", novela escrita por Antonio Skármeta nos narra la historia de un joven cartero, Mario Jiménez, quien tiene que entregar cartas a un único cliente, Pablo Neruda. Ambos personajes entablarán una amistad basada en una pasión que ambos tienen en común, la poesía. Mario compartirá metáforas con Pablo Neruda y descubrirá también que es su ídolo y que está dispuesto a ser como él. Al conocer a una hermosa camarera llamada Beatriz, Mario dedicaraá algunos poemas de amor al estilo de Neruda, lo que provocará una llamada de atención por parte del escritor. "Ardiente Paciencia" nos presenta además, detalles acerca de la dura y criticada vida del escritor durante sus años de exilio en Italia. La novela ha sido adaptada al cine en un largometraje italiano conocido como "El Cartero de Neruda"; película que se hace famosa por la frase..."La poesía no pertenece a quien la escribe sino a quien la necesita", presente en la novela y citada por Mario.

Breve e inacabada (insuficiente) reseña de Pablo Neruda... 

"Ardiente Paciencia" se convierte ahora en una excusa para hablar de Pablo Neruda, premio nobel de literatura 1971 - "Por una poesía que con la acción de una fuerza elemental da vida y destino a los sueños de un continente". Así es y será durante los próximos años; Neruda definitivamente ha hecho suspirar a todo un continente, sus sonetos y sus poemas de amor están cargados de ternura, pasión y amor sublime que es liberado durante los más graves y acentuados delirios producidos por la nostalgia. El imaginar sentir un amor tan ingenuo y puro hacia los demás y hacia el mundo que nos rodea, como el amor descrito por Neruda, hace que vuelva a plantearme todo lo vivido.  

En conclusión:  =3 Existe la magia... este hombre la hizo...

Pingüino

Ni bobo ni niño ni negro
ni blanco sino vertical
y una inoncencia interrogante
vestida de noche y de nieve.
Ríe la madre al marinero,
el pescador al astronauta,
pero no ríe el niño niño
cuando mira al pájaro niño
y del océano en desorden
inmaculado pasajero
emerge de luto nevado.

Fui yo sin duda el niño pájaro
allá en los fríos archipiélagos:
cuando él me miró con sus ojos,
con los viejos ojos del mar:
no eran brazos y no eran alas,
eran pequeños remos duros
los que llevaba en sus costados:
tenía la edad de la sal,
la edad del agua en movimiento
y me miró desde su edad:
desde entonces sé que no existo,
que soy un gusano en la arena.

Las razones de mi respeto
se mantuvieron en la arena:
aquel pájaro religioso
no necesitaba volar,
no necesitaba cantar
y aunque su forma era visible
sangraba sal su alma salvaje
como si hubieran cercenado
una vena del mar amargo.

Pingüino, estático viajero,
sacerdote lento del frío:
saludo tu sal vertical
y envidio tu orgullo emplumado.



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